Recorro los límites de la ciudad.
Tierra de nadie,
basura del mundo desarrollado,
collar de perlas negras sin oriente,
sin jardines.
Ya, sin límites.
Desorden y ausencia,
que nos confunde y desorienta.
Cita de amores ilícitos,
campo abierto que limita
el todo y la nada,
el ser y el no estar.
Melancolía de calles fronterizas.
Casas de fachadas imposibles,
aceras huérfanas,
huertas robadas que libran la pelea de la memoria,
los pensamientos, y los proyectos.
Allí donde las luces pierden
frente a las sombras
y el caos, vence al orden.
Allí por fin, donde los pasos ya huecos,
sin ecos, sin público,
se pierden sin rumbo.
... Hacia lo desconocido.
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