Eran las 12 del mediodía,
de un día corriente de
primavera,
en una transitada calle
peatonal.
Las tuercas y tornillos,
se agrupaban encima
de la mesa del bar,
mirando a los transeúntes
con cierto asombro,
abandonadas por algún
displicente.
Eran aristócratas del gremio,
latón puro.
Descansan sin dueño,
en una mesa del bar,
al sol.
Rubias, perfectas,
llenas de curvas y rectas.
Pura poesía de formas.
¿Olvidadas?
Probablemente perdidas
por alguien que, seguro,
en algún diálogo o negociación;
las echaría de menos.
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